martes, 14 de julio de 2009

La luna, el gato y el tejado destejado


La noche de anoche no fue como otras noches. Sedienta la luna se sentó a observar, sobre un tejado medio destejado mientras que un gato negro medio raquítico el pobre y con los pelos algo pegoteados,la acariciaba con su cola. -Brindaremos esta noche amiga mía..con el fragor del alcohol que nos ha embriagado!!...un viejo tango sonaba de fondo mientras se rayaba el disco de pasta. El gato raquítico y su luna bebieron juntos hasta el amanecer.

La noche aquella no fue como otras que yo recuerde, tenia el cabello mas largo y algo ensortijado, podía mantenerme la noche entera en vela soñando con cuentos chinos y podía perderme dentro de un tazón de café hecho en Brasil. Pero lo que mas recuerdo de aquella noche y de las noches que le siguieron fue a ese pobre gato despeinau enamorado de su blanca luna redonda. Algo llamado ternura se adueño de mi corazón pueril, o quizás era lastima, pero no lastima por el gato ese, sino lastima por mi...por que también amaba a esa luna rabiosa, pero al parecer prefería al gato desaliñado que la acariciaba con su cola.

Entonces lloré, pero en vez de lágrimas brotaron perlas...la sal de los ojos se hizo bolitas, tan pequeñas y diminutas pero duras a la vez que entonces pensé que quizás si le obsequiaba mis lágrimas de amor, la luna me dejaría acariciarla aunque sea por una vez en su milenaria existencia. Las junte en montoncito entre las palmas de mi mano cuidando que ninguna de mis perlas se resbalara por entre mis dedos, y rogué a la luna sedienta con mi ofrenda entre las manos:"oh hermosisima luna, espejo de agua argento del cielo, ofresco a ti mis humildes perlas de amor,tan solo por que me dejes, tan solo una vez me dejes acariciarte con mi mano".Pero la luna altiva no escucho, no quizo oír, y desprecio mis perlas que volaron por el cielo formando estrellas, y mi tristeza aun se hizo mas honda y mis ojos se tiñeron de rojo, tanto así que un zapato quise tirarle a ese maldito gato desdeñado, y le cerré la ventana, y le corrí la cortina, y le puse traba candado a ese imagen en mi retina.

El tiempo se detuvo, y el sonido de mi silencio se hizo tan agudo pero tan agudo que las paredes podían sentirlo. Reposando la cabeza en la almohada, le pregunte por que la luna no me veía, porque no me dejaba que la acariciara, que mal podía hacerle, que tiene ese gato de pelos de carbón todos pegoteados?...silencio absoluto rebotando por toda la habitación...tanto así que podía oír el tremendo esfuerzo de mis pestañas engomadas por despegarse una de las otras. De repente la almohada contesto, como un eco de mi conciencia y solo dijo:"no es el gato sos vos"!.Ahí entendí todo, lo que la almohada me había dicho, lo que la luna quizo decirme al despreciar mis lágrimas...siempre se había tratado de mi, y todo giraba alrededor de mi, de mi ego supremo que se ofrecía, y entendí que la luna no quería girar a mi alrededor.

Esa noche tan extraña, la noche de las 24hs..abrí de nuevo la ventana corriendo las cortinas, trepando por la cornisa hasta el tejado destejado y me senté junto al gato y me deje estar, no me importo que el la acariciara con su cola por que mi luna estaba feliz y eso me hacia feliz a mi. Es así como la luna sintió mi desapego a mis propias ambiciones y supo que entendí y también lloro por mi...y su llanto fue de cristales que iluminaron la noche eterna y singular, y asi me dejo por primera vez en la historia acariciarla, primera vez en la historia que un humano alcanza la luna, primera vez de la luna que se dejo alcanzar, y le di mi corazón..yo ya no lo necesitaba mas...a cambio tenia eso.El gato ese vagabundo finalmente se canso, se harto de vagar por los tejados y prefirió buscar algo que comer...allá arriba en el techo, aun no acababan de dar las 23.

1 comentario:

Diego_029 dijo...

La luna, el gato y el tejado destejado. Amigos de la noche, amigos del silencio, el pensamiento y de la soledad. Amigos leales que se encuentran cada anocheser en el tejado agrietado, oloroso por el gato e iluminado por la ocacional redonda sin brillo propio.

Como me gustaria poder contar una historia tan sentida como la tuya.
Suerte